martes, 21 de marzo de 2017

Glaucoma: el conocimiento es poder para prevenir la ceguera



El glaucoma es una enfermedad ocular degenerativa que daña el nervio óptico, encargado de transmitir la información del ojo hasta el cerebro, produciéndose una pérdida gradual e irreversible de la visión, llegando a producir ceguera si no se trata. Se caracteriza por la pérdida de visión periférica, como si miráramos a través de un túnel y, en algunos casos, también central.

Se calcula que más de 60 millones de personas de entre 40 y 80 años padecen glaucoma en el mundo, y aproximadamente 4,5 millones han perdido totalmente la visión a causa de esta enfermedad.

Debido al envejecimiento de la población, la prevalencia sigue aumentando y se estima que para 2020, lo diagnósticos en este grupo de edad alcancen los 76 millones y la ceguera afecte a 11,2 millones de personas.

En los países industrializados, se calcula que aproximadamente el 50% de los afectados por glaucoma no están diagnosticados, un dato que ha sido destacado por el doctor Julián García Feijoo, presidente de la Sociedad Española de Glaucoma (SEG), durante un encuentro con la prensa organizado por Novartis en Madrid.

Lo que debes saber sobre el glaucoma

“El glaucoma es una enfermedad que no presenta síntomas visuales evidentes ni dolor hasta que se llega a un estado avanzado”, explica García Feijoo.

En la mayoría de los casos, la causa del glaucoma es un aumento de la presión intraocular, pero el motivo exacto es aún desconocido. Además, existen otros factores de riesgo a tener en cuenta:

• Edad: al ser una enfermedad degenerativa, el riesgo aumenta con el paso del tiempo, especialmente en las personas mayores de 60 años.

• Origen étnico: En los españoles, el más frecuente es el glaucoma de ángulo abierto, mientras que las personas asiáticas presentan mayor riesgo de desarrollar glaucoma de ángulo cerrado.

• Factores hereditarios: los antecedentes familiares pueden aumentar el riesgo de padecer esta enfermedad. Hay un tipo de glaucoma, menos frecuente, que es congénito y constituye la principal causa de ceguera en la infancia.

• Diabetes.

• Lesiones del ojo: los traumatismos severos pueden dañar el canal de drenaje, aumentando la presión intraocular.

• Otros factores están relacionados con la anatomía ocular, especialmente un grosor corneal reducido, y la apariencia del nervio óptico. Asimismo, un desprendimiento de retina, un tumor ocular o una inflamación también pueden inducir la enfermedad.

En cuanto al diagnóstico, se detecta a través de un examen ocular que incluye:

• Test de agudeza visual.

• Test de campo visual.

• Examen del ojo dilatado con una lente de aumento especial para evaluar la salud del nervio óptico y la retina.

• Tonometría, que mide la presión dentro del ojo.

• Paquimetría, que mide el grosor de la córnea a través de un instrumento de ultrasonido.

Tratamiento precoz y constante

El glaucoma no tiene cura, pero existen tratamientos para frenar su progresión, como gotas oftálmicas, medicamentos orales, cirugía ocular y láser.

Si el diagnóstico y el tratamiento se llevan a cabo de forma temprana, se puede retrasar su evolución, minimizar sus síntomas y prevenir una futura pérdida irreversible de visión al tratar el principal factor de riesgo, la presión intraocular alta.

“El principal problema del tratamiento es que el paciente no nota una mejoría a corto plazo, ni tampoco recupera su capacidad visual, y muchas veces cae en la apatía y lo deja”, sostiene Delfina Balonga, presidenta de la Asociación de Glaucoma para Afectados y Familiares (AGAF).

Aproximadamente el 30% de los diagnósticos de la enfermedad empeoran y pueden terminar en ceguera porque el paciente no sigue el tratamiento correctamente, según se informa desde AGAF.

“El glaucoma es, después de la catarata, la enfermedad oftalmológica de mayor gasto sanitario”, completa García Feijoo.



Los expertos subrayan la necesidad de acudir periódicamente al oftalmólogo, ya que los exámenes ópticos de graduación habituales no son suficientes para detectar la enfermedad, y más especialmente a partir de los 50 años, cuando se considera que el riesgo de padecer un glaucoma aumenta considerablemente.

Ambos representantes insisten también en la importancia de concienciar a la sociedad sobre una enfermedad que ha merecido la denominación de “ladrón silente” y que, ante todo, se puede controlar.

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